martes, 18 de agosto de 2009

Pensando en voz alta

reunión de UNASUR en Bs.As

por Indrid Storgen 17 de Agosto 2009

Desde hace unos días hace unos días no hago más que pensar sobre la próxima reunión de UNASUR en Bariloche, lugar paradisíaco de la geografía argentina y lo suficientemente alejado de la ciudad de Buenos Aires -1580 y tantos km- como para evitar molestas movilizaciones de repudio a algún genocida suelto, invitado, incomprensiblemente, a la reunión de jefes y jefas de estado preocupados, como corresponde, por la instalación de bases militares gringas en Colombia.

Si mal no recuerdo el gobierno argentino propuso a Buenos Aires como sede del encuentro, sugiriendo que se lo invite a Álvaro Uribe Vélez, ausente de la reunión de UNASUR, en Quito, el pasado 10 de agosto, aunque sí estuviera una representante del gobierno quien trató de tranquilizar a los presidentes explicando el motivo por el cual Colombia permitiría la instalación de 7 nuevas bases militares norteamericanas en su tierra, pero que ocultara muy bien el verdadero motivo de la instalación.

Digo pensando en voz alta, porque realmente no comprendo el motivo de la invitación al asesino que si bien respondió que la acepta, se preocupó por dejar en claro que no va a permitir que se juzgue a Colombia, desconociendo que de ninguna manera es Colombia la juzgada por la humanidad, sino su gobierno, debería tener bien clara la diferencia.

Y no comprendo porque sinceramente me resulta inadmisible que gobiernos en riesgo inminente de ser atacados, llamen al aliado máximo de los ideólogos del crimen y el terror. Resulta tan extraño a mi juicio, tan absurdo como si los descendientes de los masacrados por Hitler hubieran pensado alguna vez llamarlo para que aclare sus crímenes, sabiendo que no existe aclaración posible.

O igual que si a alguien se le ocurriera llamar al gobierno estadounidense para que aclare los asesinatos masivos en Irak o Afganistán, o incluso los motivos que tuvieron para ejecutar el golpe de estado en Honduras.

Es deducible que quien lleva a cabo exterminios masivos siempre encontrará la excusa como para que algún alma desmemoriada acepte la misma y todo pase al arcón de los malos recuerdos.

Estoy segura que la instalación de esas bases y el proyecto que se encubre a partir de esa acción, pone en riesgo a todos los gobiernos latinoamericanos. Por supuesto a algunos directa e inminentemente, con otros no parecería que exista ese riesgo porque al fin, aunque solapadamente, cumplen las expectativas, pero que de no resultarles útiles en algún momento puntual, pues no quepan dudas que vayan también tras ellos, como galgo tras la presa. Latinoamérica hoy está llena de presas y de recursos naturales.

Para algunos presidentes la reunión venidera debe contribuir a superar divergencias entre los gobiernos de Colombia y Venezuela, para otros mucho más objetivos y analíticamente profundos, se trata de un peligro real aunque no parezca visualizado en su dimensión concreta por los primeros, lo cual nos lleva a desear desde lo más hondo de nuestros corazones que estos se detengan a pensar profundamente.

Cuando el gobierno colombiano en complicidad con tropas norteamericanas realizó la incursión militar violando soberanía ecuatoriana, ni se molestaron en dar explicaciones acerca de por qué se atrevieron a semejante atrocidad. Tampoco invitaron a cumbre alguna a nadie, actuaron y listo y los demás a llorar a sus víctimas, unas más entre tantas. Otros a protestar tan tibiamente como para que hoy estén instaladas las nuevas bases.

Cuando el gobierno colombiano mata a su pueblo, arroja falsos positivos en esas calles olvidadas por el mundo y los gobiernos hoy en riesgo, encarcela a luchadores, persigue, desplaza campesinos, agrede a las comunidades indígenas y nadie más que otros luchadores hermanados con el dolor del pueblo colombiano levantan sus voces, tal vez algunos y algunas piensen que las acciones tienen que ver con la soberanía de Colombia y nadie puede entrometerse en ella. Razonamiento absurdo pero histórico aunque no reflejado con las mismas palabras.

Uribe ya dejó su mensaje explícito con la soberbia de quien se siente impune: irá a la reunión pero aclarando que no jodan con eso de “ponernos en el banquillo de los acusados” “Simplemente las bases son un proyecto de colaboración para la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico”, comparable con el fracasado Plan Colombia.
Visto y considerando todo esto ¿hacía falta invitar al genocida para que aclare lo inaclarable, o para que justifique lo injustificable, cuando cada minuto de demora de América Latina es un minuto de avance para las hordas fascistas instaladas en la región y listas para aplicar su zarpazo final?

¿Hacía falta citarlo en vez de repudiarlo cuando sabido es que ya mismo están tras la Revolución Bolivariana reflejada en Chávez, Correa y Evo Morales? ¡¡¡Caramba, un poco de solidaridad, hermanos!!! Ya dejémonos de centro y de izquierda que el barco hace agua y en la tempestad nos ahogamos todos.

No hacía falta invitarlo. Estoy segura que a los asesinos debe dárseles, sin dilación, estatus de tal, así como ellos aplican estatus de terrorista a quienes se niegan a un futuro de intromisión, a quienes rechazan los golpes de estado, a quienes sueñan un futuro sin agresiones y agitan banderas de paz con justicia social para los pueblos.

Sigo pensando en voz alta, no entiendo, o será que me niego a entender el porqué de tanto miedo para resolver lo inminente. En Colombia se instalan siete bases militares gringas, señores, contra esas sólo queda un discurso firme, rotundo, unitario.

La flojedad dejémosla para una tarde de paseíto en el shopping que acá lo que viene es de terror y no darse cuenta de ello invita a dos reflexiones: o son estúpidos o serán los próximos aliados del genocidio.

Se sienten aires de guerra, la guerra mata es hora de tenerlo claro...
mientras se huele a guerra a gran escala habrá responsables de ello.

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