martes, 17 de febrero de 2009

Autodeterminación y Globalización

Globalización y derechos colectivos

"En un mundo cada vez más interdependiente, los movimientos de autodeterminación nacional no pueden aislarse en su problemática específica ni en su combate político particular. Deben desarrollar alianzas entre ellos, converger en espacios de encuentro, pero también abrirse a otros desafíos, ser portadores de los otros combates que requiere asumir la humanidad".

CLAUDIO CURIHUENTRO * - BELEM DO PARA, BRASIL - 02 / 02 / 09

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¿Cómo el derecho de autodeterminación de los pueblos se vincula con la globalización mundial? Los principales desafíos a los cuales está confrontada hoy la humanidad no son posibles de enfrentar a nivel de los Estados. Cambio climático, demografía y migraciones, crisis económica, agotamiento de los recursos naturales, son todos problemas que requieren una respuesta transnacional y, cada vez más, mundial. En un mundo cada vez más interdependiente, los movimientos de autodeterminación nacional no pueden aislarse en su problemática específica ni en su combate político particular. Deben desarrollar alianzas entre ellos, converger en espacios de encuentro, pero también, como movimientos con un objetivo político específico, abrirse a otros desafíos, ser portadores también de los otros combates que requiere asumir la humanidad en su conjunto.

A menudo se visualiza la lucha de los pueblos originarios de América como una lucha por el mantenimiento de una cultura y formas de vida llamadas «ancestrales», en oposición a la modernidad. Para muchos, incluso entre quienes apoyan estas luchas desde el exterior, se trata de movimientos «étnicos o indígenas», que escapan a las categorías políticas comunes o en todo caso «occidentales». Sin embargo, nosotros pensamos que, en el caso de nuestra lucha, es una lucha nacional y que sobre todo nos proyecta hacia el futuro. Por ello impulsamos un movimiento nacional por el autogobierno en aquel territorio que denominamos Wallmapu, el País Mapuche. Nuestra lucha no es por ampliar para nuestro pueblo derechos de segunda o tercera categoría. No perseguimos los mapuche ser una «minoría étnica» en el marco del Estado chileno. Luchamos más bien por nuestra existencia nacional, como la de Catalunya, Chechenia, Escocia, el Tibet o el Kurdistán. Queremos ser nación en Wallmapu y tomar las riendas de nuestro destino.
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"No hay categorías de pueblos, los que tienen derecho al progreso social, cultural, material, científico, y aquellos que deben permanecer inmóviles, parapetados en la «tradición» para mantener su identidad. Unos con el derecho a decidir su destino y otros sujetos de asistencialismo y tutelaje estatal.
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Como movimiento nacional mapuche pensamos que el repliegue en el grupo, en lo que algunos definen como «nuestra cultura étnica», no es posible ni deseable en los tiempos actuales. No es posible porque las condiciones que permitieron la permanencia de la cultura mapuche han cambiado y cambiarán cada vez más aceleradamente con la globalización. No es deseable porque este mantenimiento se hizo a costa de la marginación, la pobreza y la negación de todo derecho político colectivo. Por el contrario, nuestra cultura, y en particular nuestra lengua, sólo podrán desarrollarse plenamente si logramos acceder igualmente, como otros pueblos, a una modernidad, en particular política, de la cual nos ha querido excluir la dominación colonial del Estado chileno. Y también determinadas corrientes ideológicas que subvaloran nuestras capacidades para ser lo que somos: naciones y no «etnias» o «minorías».
No hay categorías de pueblos, los que tienen derecho al progreso social, cultural, material, científico, y aquellos que deben permanecer inmóviles, parapetados en la «tradición» para mantener su identidad. No aceptamos que existan pueblos de primera y pueblos de segunda categoria, unos con el derecho a decidir su destino y otros sujetos de asistencialismo y tutelaje estatal, destino este último que pareciera perseguir a los llamados «pueblos indígenas» en la región. La nuestra es una lucha de descolonización política, cultural, social y económica, pero también de descolonización mental, para reafirmar lo que somos y dejar atrás lo que otros nos han dicho que podemos ser. Desde la pérdida de nuestra independencia el año 1883, como pueblo dominado y colonizado, hemos estado en gran parte excluidos de la historia; liberarnos significa para nosotros retomar nuestro lugar entre los pueblos del mundo y no seguir al margen.

La globalización es entonces para nosotros un desafío que asumimos con optimismo. Ella nos ofrece nuevas herramientas, un mayor acceso al conocimiento y nuevos medios de comunicación y, lo que también es importante, nuevas tribunas, espacios internacionales que legitiman nuestra lucha y que nos permiten ampliar nuestra mirada del mundo que nos rodea. Espacios que nos permiten además aprender de otras experiencias y unificar esfuerzos con otros pueblos y países tras objetivos comunes. Es el caso de esta misma reunión internacional, el Foro Social Mundial, producto y expresión de la globalización. Como movimiento no nos oponemos a la globalización de la justicia, de los derechos humanos, de la solidaridad entre los pueblos. Nuestra lucha es contra la globalización de los mercados, de las corporaciones y de la injusticia social, aquella que se busca imponer de manera unilateral a nuestros pueblos, propiciando el saqueo de nuestros recursos, la explotación de nuestra gente y la negación de nuestros derechos.

Ante este escenario, el reforzamiento de la integración de los países de América del Sur podría crear condiciones más favorables para el avance de las reivindicaciones de autodeterminación de nuestros pueblos. Un marco internacional regional, como el que representan, por ejemplo, UNASUR o la Unión Europea, permitiría evitar la confrontación directa, bilateral, entre un Estado y una nación oprimida. Ello puede contribuir igualmente a disminuir las tenciones entre los propios Estados, para un tratamiento menos crispado de las reivindicaciones de aquellos pueblos que se extienden sobre dos o más países. Es el caso de los mapuche, hoy repartidos en Chile y Argentina, pero es el caso también de los aymara, shuar, quechua y muchos otros pueblos hermanos. A mayor escala, la creación de una «Red Internacional de Movimientos Nacionales», de pueblos y naciones sin estado, podría proyectar un necesario espacio de encuentro, de convergencia, de aprendizaje y de solidaridad mutua. Si bien contextos históricos, culturales y políticos nos distancian, la lucha por nuestra autodeterminación nos hermana. Como mapuche hacemos nuestro este desafío / AZ

* Dirigente del Partido Mapuche Wallmapuwen, delegado en Foro Social Mundial, Belem do Para, Brasil.
Fuente: Periódico Azkintuwe
www.azkintuwe.org

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