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La escasez de recursos hídricos ha llevado a Israel a aplicar a rajatabla con los palestinos el conocido principio bélico de «al enemigo ni agua».Los eexpertos estiman que en Israel el consumo de agua anual por habitante es de 600 metros cúbicos, un 40% menos del nivel considerado óptimo.
Para satisfacer las demandas de la población y de los sectores agrícola y económico, el Gobierno necesita controlar las fuentes de abastecimiento, que son fundamentalmente el río Jordán y los acuíferos subterráneos de las localidades de Gaza y Cisjordania.
Esta es una de principales razones por las que Israel se niega a devolver los territorios palestinos ocupados (a cuyos habitantes raciona y vende a precios desorbitados el líquido elemento) y fomenta una indiscriminada colonización de los mismos.
Historicamente, el agua ha sido una incesante fuente de conflictos en la zona. No hay que olvidar que la Guerra de los Seis Días (1967) comenzó cuando Siria quiso desviar el río Hasbaya, afluente del Jordán, e Israel, por su parte, construyó un acueducto para llevar agua del Jordán al desierto del Neguev. Más recientemente, en 2001, los trabajos de El Líbano para modificar el cauce del Hasbani, otro afluente del Jordán, originó un nuevo foco de tensión en la zona.
Fuente: Delegación General Palestina Argentina
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