jueves, 15 de enero de 2009

ROSA LUXEMBURGO 1919-2009


A 90 años de su asesinato
De origen judío, esta luchadora proletaria nació el 5 de marzo de 1871 en Zamosc, ciudad próxima a Lublin, en Polonia oriental, entonces sometida al Imperio zarista.
En 1887 Rosa Luxemburgo, que sólo contaba entonces 16 años, ya era militante del Partido Revolucionario Socialista Proletariat y se relacionaba con los círculos obreros más conscientes. En aquella época Proletariat había sido prácticamente desmantelado.
El zarismo había asesinado a los dirigentes obreros y gran parte de los cuadros de la organización se encontraban en prisión o deportados.
Pero pronto el movimiento obrero ci menzó a resurgir de los rescoldos del terror zarista y en 1889 se creó el sindicato Federación de Trabajadores Polacos, en la que intervino Rosa Luxemburgo.
Una huelga convocada en Lodz acabó con una horripilante masacre de 46 obreros asesinados por la guardia zarista, una de las peores de la historia. La persecución política llegó a Rosa Luxemburgo, que en 1889 tuvo que abandonar su país y cruzar la frontera clandestinamente.
Se refugió en Zurich, entonces un hervidero de revolucionarios de todas las latitudes. Allí estudió Filosofía, Ciencias Naturales, Matemáticas, Historia, Política y Economía, y conoció a Plejanov, Axelrod, Vera Zasulitch, Parvus y otros marxistas rusos, alemanes y polacos. Pero sobre todo, conoció a León Jogiches, como ella también marxista, judío y polaco, que sería su compañero para el resto de sus días, influyéndose recíprocamente.
En mayo de 1898 se radicó en Berlín y contrajo un matrimonio de conveniencia con un alemán para cambiar su pasaporte ruso por el prusiano y poder así desarrollar actividades políticas (prohibidas a los extranjeros) y no correr tampoco el riesgo de ser extraditada a su país.
Fue destinada a Silesia por el SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) para agitar entre los mineros polacos, y entonces pudo comprobarse otra de las grandes cualidades de Luxemburgo: la oratoria, la capacidad de transmitir y llegar a las masas obreras con un mensaje claro y lleno de entusiasmo revolucionario. Mantuvo contacto con figuras revolucionarias como Franz Mehring y August Babel, así como con Clara Zetkin, que inició los primeros anaálisis marxistas sobre la situación de la mujer trabajadora.
Por su triple condición de mujer, judía y extranjera, los problemas le persiguieron dentro de un partido, que ya entonces era el más numeroso y organizado del mundo, aunque no del todo limpio ni mucho menos. Tuvo numerosos roces en los que sacó a relucir su fuerte personalidad; no era de las que se callaba ni se doblegaba ante ningún santón, por más fama que tuviera.
Sólo tenía 27 años y ya se enfrentaba a la vieja guardia socialdemócrata, cargada de medallas, pero que empezaba a dar alarmantes muestras de esclerosis política. Sy estulo incisivo le costó multas gubernativas e incluso en juni de 1904 fue condenada a varios meses de prisión por injurias al rey.
La batalla contra el revisionismo
Dentro de SPD las tendencias reformistas se consolidaron y crecieron. Para combatirlas Rosa de Luxemburgo escribió en 1889 -Reforma social o revolución-, una de sus obras fundamentales enal que, paralelamente a Lenn, desarrollaba la batalla contra el reviosionismo moderado de Bernstein.
Las ideas expuestas por Bernstein siguen siendo las mismas que toda laya de revisioonistas y traidores del movimiento obrero han seguido defendiendo hasta nuestros días. Todo lo que hoy en día oímos, ya fue formulado hace un siglo, y la historia lo ha refutado. Frente al parlamentariosmo que emboba a la socialdemocracia, Rosa Luxemburgo escribe: " Es cierto que, el parlamentarismo sirve para dar expresión a los intereses de toda sociedad dentro de la organización estatal. Por otro lado, sin embargo, lo único que el parlamentarismos permite manifestarse es a lasociedad capitalista, es decir, una sociedad en la que los intereses capitalistas son predominantes."
Este libro no se trata de otra cosa que la defensa y vigencia del marxismo, y en él ya refutadas las mismas acusaciones que hoy se lanzan contra las ideas comunistas.
Rosa Luxemburgo no se opone a las reformas sociales sino que rechaza el argumento de que se puede llegar al socialismo a través de una reforma paulatina del capitalismo. Rosa Luxemburgo demuestra que la táctica revisionista supone una aceptación del sistema capitalista: "Quien para transformar la sociedad se decide por el camino de la reforma legal, en lugar y en oposición a la conquista del Poder, no emprende, realmente, un camino más descansado, más seguro, aunque más largo, que conduce al mismo fin, sino que, al propio tiempo elige distinta meta; es decir, quiere, en lugar de la creación de un nuevo orden social, simples cambios, no esenciales, en la sociedad ya existente. Así, tanto de las concepciones políticas del revisionismo como de sus teorías económicas, llegamos a una misma conclusión: que no tienden, en el fondo, a la realización del orden socialista, sino simplemente a la reforma del orden capitalista; que no quieren la desaparición del sistema de salario, sino el más o el menos de explotación. En una palabra: pretenden la aminoración de los excesos capitalistas, pero no la destrucción del capitalismo mismo."
Critica a Bernstein porque defiende la posibilidad de superación de las crisis por el capitalismo, cuando según ella la eliminación de las crisis supone la superación de la contradicción entre producción e intercambio. El capitalismo desaparecerá como consecuencia de la crisis de subconsumo. No habría crisis si la producción coincidiera con el mercado, si éste tuviera una capacidad de expansión ilimitada.
Hay también en esta obra otras importantes aportaciones que luego desarrollará también Lenin, como la negación de que el monopolismo pueda resultar compatible, según decía Bernstein, con la progresiva democratización:
A consecuencia del desarrollo de la economíamundial y la agudización y generalización de la lucha competitiva en el mercado mundial, el militarismo y la marina de guerra han pasado de ser intrumentos de la plítica mundial a llevar la voz cantante en la vida interior como la exterior de los grandes Estados. Y si la política mundial y el militarismo suponen una tendencia ascendente en el momento actual, en consecuencia la democracia burguesa se moverá en línea descendente.
La batalla conta el revisionismo dentro del SPD no acabó con la expulsión de Bernstein y los demás revisionistas del Partido. Ésta es la diferencia fundamental con Rusia y los bolcheviques, que no solamente rompieron de palabra, sino en los hechos, creando una auténtica organización revolucionaria.
En la escisión dentro del POSDR, Rosa Luxemburgo se mantuvo equidistante entre los mencheviques y los bolcheviques. Su concepción al respecto era diferente de la de éstos, a los que criticaba su centralismo a ultranza.
Luxemburgo asimilaba la postura bolchevique con la que anteriormente ella había criticado a Proletariat por blanquista. Este es uno de los errores más graves de su pensamiento, la idea imprecisa de la organización como proceso que está directamente enfrentada a la tesis leninista de la necesidad de un partido dirigente, organizado conforme a los principios del centralismo democrático.
Esta errónea tesis de Luxemburgo, tan difundida hoy día, desarma peligrosamente a la clase obrera, hasta el punto que la Internacional Comunista se vio obligada a plantarle batalla otra vez en 1925 para desterrarla del seno de los partidos y evitar el espontaneísmo. La revolución rusa de 1917 fue posible porque fue dirigida por el Partido bolchevique, mientras que sólo unos meses después, la revolución alemana de 1919 fracasó porque no existía allí un partido de esas características: En el momento de la crisis -escribió Lenin- los obreros alemanes se han visto sin un partido verdaderamente revolucionario debido a la tardanza en hacer la escisión, debido a la maldita tradición de la ‘unidad’ con la banda de lacayos, venal (los Scheidemann, Legien, David y cía) y falta de carácter (los Kautsky, Hilferding y cía).
Era Lenin y no Luxemburgo quien tenía razón también en este punto: no existe revolución sin una vanguardia comunista con una línea política adecuada que se ponga a la cabeza de la clase obrera, que mantenga una implacable lucha ideológica contra las desviaciones que van surgiendo por el camino, que preserve la vigilancia ideológica en el mismo interior de sus filas, que se fortalezca depurándose de los elementos oportunistas y al mismo tiempo se mantenga unido y disciplinado.
En 1906 el SPD crea una escuela para la formación ideológica de los obreros, en la que Luxemburgo se encargará de impartir lecciones de economía. Para ello redacta un esbozo, que no se conserva íntegro y cuyos restos se publicaron en forma de libro titulado Introducción a la Economía Política, donde expone con gran sencillez los fundamentos que Marx había desarrollado en El Capital para que pudieran ser comprendidos por los cuadros del partido y los agitadores sindicales.
En 1913 se editó su libro La acumulación de capital, su obra teórica más importante y uno de los análisis clave del imperialismo moderno que, una vez más, suscitó una viva y violenta reacción de los jefes de la socialdemocracia alemana, viéndose ella obligada, a su vez, a defenderse escribiendo, ya en la cárcel, la Anticrítica.
El núcleo de la argumentación de Luxemburgo parte de los fundamentos que ya expusiera antes en Reforma social o revolución: el consumo determina la producción; como los capitalistas no consumen toda la plusvalía, esta acumulación engendra un subconsumo que no encuentra salida porque carece de demanda solvente; este subconsumo sólo se puede compensar con las ventas en el mercado exterior, en áreas al margen del capitalismo; por tanto, el capitalismo es un sistema económico que sólo puede funcionar si coexiste con regiones no capitalistas, porque la producción no encuentra compradores ni entre los obreros (ya que estos realizan el capital variable) ni entre los capitalistas (ya que éstos consumen sólo la parte de la plusvalía que no se acumula); hacen falta otras clases sociales situadas al margen de esas dos que completen la demanda; una vez que el capitalismo se extienda tanto que no tenga regiones vírgenes precapitalistas ni tampoco terceras personas que completen la demanda, se producirá el derrumbe. La causa del colapso, por tanto, es la la limitación de los mercados.
Luxemburgo, en realidad, está describiendo el proceso de expansión capitalista, la acumulación originaria de capital que se desarrolla a costa de las formas de producción precapitalistas, de la ruina de la pequeña producción agrícola y artesanal. En ella la coexistencia de esos dos modos de producción no se verifica necesariamente fuera de las fronteras, porque es posible la expansión interior, cuando existen regiones a las que aún no ha llegado el capitalismo. Desde el momento en que se agotan esos mercados precapitalistas, Luxemburgo no es capaz de explicar el funcionamiento del capitalismo, por qué éste se hunde irremisiblemente. Por eso su teoría es, a la vez, una teoría del imperialismo ya que no concibe el capitalismo sin esa búsqueda angustiosa de regiones vírgenes, sin burgueses ni proletarios, que le permitan sobrevivir. Las contradicciones del capitalismo le impelen a salir fuera de las fronteras, e incluso fuera del capitalismo mismo.
En estas ideas radica la fuente inspiradora de las modernas teorías tercermundistas del imperialismo. Lo que Luxemburgo demuestra es la imposibilidad del capitalismo, no su desmoronamiento.
Rosa Luxemburgo y la Guerra.
Cuando preparaban a toda prisa una guerra de las más carniceras de la historia, Luxemburgo era presentada por la prensa como la polaca sanguinaria. Se le abrió un primer juicio por incitación a la insubordinación de las tropas. En el juicio dio muestras de valentía y arrojo: no se defendió sino que comenzó a acusar al belicismo alemán. El fiscal pidió un año de prisión y el encarcelamiento inmediato; la revolucionaria le espetó que si al fiscal le pidieran un año de cárcel huiría, pero ella no iba a echar a correr: podían encarcelarla o hacer con ella lo que quisieran porque no claudicaría jamás de sus convicciones.
Su condena levantó una oleada de indignación y sus conferencias estuvieron más concurridas que nunca. Se iniciaba así la denuncia del militarismo, el rearme y la guerra imperialista.
Publicó otro artículo sobre los malos tratos que los oficiales y mandos del ejército propinaban a los soldados, y se le abrió un nuevo proceso por injurias al ejército. Al juicio se presentaron 30.000 familiares de soldados que estaban dispuestos a acreditar la veracidad de los malos tratos. Esta vez no les quedó más remedio que retroceder...
Rosa Luxemburgo es Rosa Luxemburgo es la mujer cuyo papel en la lucha y en la elaboración teórica del comunismo ha sido más importante dentro de la historia del movimiento obrero internacional. Su extraordinaria inteligencia, empuje y capacidad -hablaba once idiomas- fueron razones para que pronto destacara como uno de los principales dirigentes de la socialdemocracia internacional. Consagró su vida a la educación internacionalista del proletariado a través de artículos de prensa, conferencias, escuelas obreras e impresionantes discursos, en los que destacó como una agitadora brillante y apasionada. Sus escritos son una aguda defensa sin concesiones de la revolución proletaria y de la honestidad en el compromiso con el proletariado.

Lenin se refirió a ella como una representante destacada del proletariado revolucionario y del marxismo sin falsificaciones en su artículo, escrito en 1920, Una contribución a la historia de la cuestión de la dictadura. Con gran emoción Lenin escribió sobre ella: Aunque las águilas precipitándose desde lo alto, puedan volar más bajo que las gallinas, éstas por más que desplieguen sus alas, nunca pueden llegar a las nubes. Efectivamente, ninguno de los numerosas escritos de Rosa Luxemburgo son banales o superficiales; en todos ellos resplandece su propia personalidad, en todos ellos está acuñada su originalidad y su profundidad. Por eso desprenden una luz distinta y en ellos siempre se aportan puntos de vista novedosos, distintos, singulares.
Las divergencias entre Rosa Luxemburgo y los bolcheviques se pueden resumir en cuatro apartados:
— la concepción del partido comunista como vanguardia y estado mayor del proletariado para impulsar la revolución
— en Rosa Luxemburgo no existe la noción del imperialismo como una etapa superior del capitalismo
— en Rosa Luxemburgo no existe el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas
— a diferencia de los bolcheviques, los espartaquistas alemanes tampoco tuvieron en cuenta al campesinado como fuerza revolucionaria.


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